a. Asomándonos a la muralla.

El Trega es uno de los castros de mayor tamaño de todo el Noroeste de la Península, con una superficie aproximada de casi 20 hectáreas (unos 20 campos de futbol). Es lo que algunos autores llaman «oppida», poblados de grandes dimensiones, con características claramente urbanas que surgen en el conventus bracarense a partir del s. II a. C. Se trataba de una de las poblaciones más importantes del populus de los Grovii, que se asentaban en el suroeste de la actual Galicia y tenían como población principal el Castellum Tude en la actual Tui.

Según su último excavador, Antonio de la Peña, estuvo habitado entre el S. I a. C y el I d. C, en los primeros tiempos de la conquista romana. Sin embargo algunos estudiosos plantean la posibilidad de que ya estuviese ocupado con anterioridad, por lo menos desde el S. II a. C. A partir del S. I d. C se produciría un lento abandono del asentamiento.

El monte Trega se sitúa actualmente en el municipio de A Guarda, en la provincia de Pontevedra, en lo alto de un monte elevado que controla visualmente la desembocadura del río Miño, un extenso tramo de la costa atlántica gallega y Portuguesa y una parte importante del fértil valle del Rosal.

Fue uno de los primeros castros excavados en la comunidad gallega. Los trabajos se iniciaron 1913 y fueron coordinados en sus primeros tiempos por un grupo de vecinos reunidos en la llamada «Sociedad Pro-Monte Santa Trega». Los miembros de la Pro-monte realizaron un trabajo innovador y pionero para la época, no solo porque financiaron buena parte de las excavaciones, sino también porque desarrollaron una extensa labor de divulgación y promoción del castro, que a la postre convirtió al monte Santa Trega en un importante referente turístico.

A día de hoy el Trega es un auténtico icono de la cultura castreña del noroeste, a lo que han contribuido de manera importante los miles de visitantes que se acercan todos los años y la reconstrucción de dos cabañas circulares, que aparecen en guías turísticas y en buena parte de los manuales escolares de historia.

Sin embargo el Trega es mucho más que su castro. Es un lugar con un espesor histórico poco habitual. Al pie del monte, en las terrazas fluviales del Miño hay abundantes vestigios de ocupación desde el paleolítico; en el mismo monte tenemos testimonios de actividad humana desde la Edad del Bronce a través de unas 30 estaciones con gravados rupestres; después del abandono del castro y desde los primeros tiempos del cristianismo hay evidencias del culto a Santa Tecla, que acabaría por dar nombre al monte; en el S. XII se erige en la cima una ermita dedicada a la Santa, que convertirá al monte en un referente religioso comarcal; durante la Edad Moderna uno de los picos del monte funcionará como «Facho» para alertar a la población de los ataques de piratas y portugueses. Finalmente con el descubrimiento del castro en 1913 y el embellecimiento del monte, el Trega se convierte en uno de los recursos turísticos más visitados de Galicia.