a. Asomándonos a la muralla.

Castro Ventosa se yergue sobre un cerro situado en los municipios de Cacabelos y Villafranca del Bierzo. Desde allí sobre la vaga del río Cúa, domina visualmente una gran parte de la olla berciana.

La importancia del poblado se debe, sobre todo, a haber estado habitado durante un larguísimo período de tiempo, desde finales de la Edad del Bronce hasta por lo menos el S. X d. C.

La mayor parte de los autores sostiene que aquí se localizó el antiguo Bergidum, mencionado por los historiadores romanos Floro y Orosio en sus descripciones de las guerras cántabras. Este asentamiento sería el origen del importante núcleo de Bergidum Flavium romano y el topónimo, con el tiempo, acabaría por designar a toda la comarca del Bierzo.

No se sabe casi nada del castro en sus inicios. Solo la presencia de algunas cerámicas realizadas a mano indica que estaría habitado a finales de la Edad del Bronce o inicios de la Edad del Hierro. Seguramente se trataría de un asentamiento de dimensiones más modestas que las actuales.

La primera noticia que tenemos de este asentamiento la proporciona Floro y lo sitúa como uno de los escenarios finales de las guerras Cántabras (25-23 a. C.).

Una vez terminada la guerra, Augusto somete el territorio conquistado a una profunda reorganización administrativa, que en el Bierzo se orientará fundamentalmente a la explotación aurífera y especialmente de las importantes minas de las Médulas. Dentro de este proceso reformador será importante la construcción de infraestructuras como las vías romanas, que permitirán la vertebración del territorio y un transporte ágil del mineral. En este momento algunos poblados indígenas serán abandonados, otros se reorientarán al trabajo minero y otros pocos seguirán habitados durante un tiempo.

La gran pregunta sin resolver sobre Castro Ventosa es si siguió habitado o en cambio fue abandonado, desplazándose la población a un núcleo próximo de nueva creación situado en el llano y que habría conservado el topónimo Bergidum. La existencia de importantes restos romanos en la Edrada, en las inmediaciones del centro urbano del actual Cababelos, podrían corresponderse con el Bergidum romano.

Los datos que tenemos para el Bierzo romano es que existían dos centros administrativos principales que eran Bergidum e interamnium (Bembibre) y que además aparecen citados como mansiones viarias en el itinerario de Antonino. En una inscripción hallada en Tarragona se documenta un tal Valerius Arabianus Flaviani como perteneciente a la civitas de Bergidum Flavium.

El estado actual de las investigaciones todavía no permite contestar a la pregunta de donde se situaba exactamente Bergidum Flavium, pero una posibilidad que no se debe descartar es que tanto la Edrada como el Castro estuviesen habitados simultáneamente. La aparición de alguna cerámica romana fechable en el S. I-II d. C. en las limpiezas de Castro Ventosa, podría indicar una continuidad en la ocupación.

Lo que si parece confirmarse es que a fines del S. III o inicios del IV d. C. se reconstruyen o se refuerzan las murallas del castro. En esta época es posible que se produzca también una profunda remodelación del espacio habitable del poblado que acabaría por adquirir unas dimensiones similares a las actuales, en torno a las 6 hectáreas. Este parece ser el momento de mayor intensidad de ocupación por lo que muestran los restos cerámicos recuperados en las diversas intervenciones.

Pocos datos tenemos de este lugar a partir de este momento pero tenemos indicios de ocupación en época visigoda como lo indica la aparición de un peine de hueso datado entre fines del S. IV y principios del S. V, que se ha relacionado con la cultura de Tchernjahov, de la Europa oriental. El topónimo Bergido es mencionado en el parroquial suevo (S. VI) y el nombre BERGIDENSE MUNITA aparece en dos monedas acuñadas a fines del S. VI d. C. Esta última circunstancia ha llevado a algún autor a formular la hipótesis de la existencia de una ceca sueva en el mismo castro.

Durante la alta Edad Media el topónimo Bérgido pasa a denominar a la comarca berciana o Territorium Bergidense, tal como puede verse en las obras de San Valerio de fines del S. VII y en diversa documentación hasta el s. XI:. Territorio Beridense, Bergido o Bericio serán algunas de las denominaciones recogidas y no es hasta el S. XIII cuando comienza a aparecer el topónimo Bierzo en los documentos.

El estado actual de las investigaciones todavía no permite contestar a la pregunta de donde se situaba exactamente Bergidum Flavium, pero una posibilidad que no se debe que descartar es que tanto la Edrada como el Castro estuviesen habitados simultáneamente. La aparición de alguna cerámica romana fechable en el S. I-II d. C. en las limpiezas de Castro Ventosa, podría indicar una continuidad en la ocupación.

El topónimo Castro Ventosa se documenta por primera vez en el S. X en una donación del Rey Ramiro III y Doña Sancha a la iglesia de León. Durante los Siglos IX y X el castro parece como lugar central, una especie de capital desde la que es posible que se gobernase la comarca berciana. Sin embargo, a partir de este siglo parece que el asentamiento entra en decadencia y seguramente comienza a perder población progresivamente, aunque no llega a despoblarse totalmente como lo demuestra que siga apareciendo en la documentación en los siglos XI y XII con la categoría de villa.

Entre fines del S. XII e inicios del XIII el monarca Fernando II y su hijo Alfonso IX intentan realizar una repoblación del castro con gentes de Villafranca. El proyecto se frustra y finalmente los monarcas ordenan la demolición de la muralla para su uso en el monasterio de Carracedo.